Mis QQ:.HH:., es inherente a la vida masónica el distinguir y aplicar la «discreción» del «secreto».
La discreción se refiere “al sigilo que los masones debemos guardar respecto de actividades formales de la Orden, por ejemplo, los asuntos tratados en Logia y sus métodos de reconocimiento, las ceremonias y otras cuestiones de administración interna. En el ámbito masónico, la discreción está muy asociada al silencio y al secreto, y entre ellas tienen mucha relación, logrando interactuar una con otras de acuerdo con el estudio que se le merece; es así como también debemos permanecer en silencio para poder desarrollarlo nuestros trabajo.
El silencio y la compostura que deben imperar siempre en todos los actos Masónicos; el silencio bien practicado, se eleva al rango de virtud, porque se corrigen muchos defectos y se aprende a ser prudente e indulgente con las faltas que se observan.
La disciplina del silencio es una de las enseñanzas fundamentales de la Masonería. Quien habla mucho piensa poco, ligera y superficialmente, y la Masonería quiere que sus adeptos se hagan más bien pensadores que habladores.
El secreto, en cambio, está en dirección de las enseñanzas y de los hallazgos de vida interior que el iniciado va descubriendo por sí mismo durante el proceso de su crecimiento personal mediante el trabajo iniciático. Es característica esencial de la Masonería y con él, se preservan sus misterios, todo aquello que se mantiene oculto, ignorado, reservado, separado de la vista y el conocimiento del mayor número de personas. El secreto funciona como una sucesión interminable de velos que mantienen viva y despierta la curiosidad, el deseo de saber y averiguar.
En efecto, la disciplina de no revelar las confesiones y comunicaciones que la Orden considera como íntimas, es en realidad, una prueba de discreción que atesora la buena fe de los iniciados, así como su disposición a desarrollar en sí mismos una habilidad iniciática y espiritual.
De sobremanera, aceptamos y sostenemos que al mundo profano nada tiene que ocultarle la Masonería, puesto que ningún asunto tratado en las Logias es contrario ni al orden moral y jurídico, ni tampoco a la estabilidad social y política de un Estado.
De esta manera, la Orden Masónica se propone, realmente, buscar y poner en evidencia la latente y potencial perfección espiritual del ser humano, y considera que tal perfección se halla en su interior como semilla, esperando un proceso de afloración y desarrollo.
En este sentido, el verdadero secreto de la masonería no tiene nada que ver con la forma, sino con el fondo y están ciertamente ocultos en sus símbolos, ritos, ceremonias, signos, tocamientos, palabras, marchas y baterías, que no pueden ser revelados ni por los mismos masones ni por los libros, ni de boca a oído, y no por causa de un juramento fatal, sino simple y llanamente por el desconocimiento del significado de la ornamentación de los templos y por la naturaleza misma del secreto, entonces, los secretos masónicos se hallan dentro de los símbolos; es decir, la existencia material de éstos no es, en sí misma, ningún secreto, pero sí lo es, el significado que tiene para cada uno. Por esta razón, los secretos de la Masonería no pueden ser conocidos más que por la experiencia propia de los Masones.
Entonces, inevitablemente, luego de comprender el sentido verdadero de lo que es secreto, debemos profundizar más sobre la discreción, en su manera protectora, exclusivamente de origen mental; reside en la parte espiritual y consciente del cerebro, es una noble cualidad y el arte de saber guardar un secreto, de no hacer preguntas ni averiguaciones inoportunas, de no forzar la intimidad espiritual ni física de su prójimo allegado. Ser discreto, es cultivar la tabla de los valores éticos y morales, es ser sensato para formar juicio y fundado tacto para hablar, actuar y emitir opiniones sobre los otros seres.
Dicen que “en boca del discreto, lo público es secreto”. Y es verdad: el discreto entiende que no todo se puede preguntar, no todo se debe saber, no todo se puede decir. Mantiene el respeto por la intimidad de las cosas. La persona discreta intuye lo que hay detrás de los gestos y de las cosas que no se dicen. Pero sabe callar una pregunta incómoda, o un comentario que no es conveniente. Sabe que no se puede hablar mal de una persona a sus espaldas. Esta virtud debe ser la línea de conducta que caracterice a todo Masón, no solo en su comportamiento dentro del Templo, sino también en su quehacer en el mundo Profano.
Para poder explicar de mejor manera lo antes mencionado, déjenme compartirles breves párrafos de la Constitución de Anderson de 1723 (3), Art. VI:
Comportamiento entre Hermanos sin Profanos fuera del Templo:
«Os saludareis uno al otro cortésmente, como seréis instruidos, llamándonos «Hermano»; os daréis entre Uds. libremente mutua instrucción como corresponde, sin ser observados o escuchados (por Profanos), sin sobrepasarse los límites de corrección entre unos y otros y sin derogar el Respeto meritorio a cada Hermano aún si no fuera todavía Masón. Todos los Hermanos son Masones a un mismo nivel, sin embargo, la Masonería no quita los honores correspondientes a un hombre que los tuvo antes de ser Masón, al contrario, le agrega los honores meritorios que obtuvo en la Hermandad que debe otorgárselos cuando corresponda y así evitar Malas Costumbres.»
Comportamiento en la presencia de Profanos:
«Serás cuidadoso en tus palabras y señales para que ningún curioso extraño pueda descubrir o encontrar lo que no es propio que sepa; si es del caso, desviareis, con manejo prudente, el tema de la conversación cuidando el Honor de nuestra Augusta Fraternidad».
Del comportamiento en tu hogar y en tu vecindad:
«Debes actuar como corresponde a un hombre moral y sabio, especialmente, no dando a conocer a tu familia, amigos y vecinos los Asuntos de la Logia, pero, con inteligencia debes consultar tu propio criterio y el de nuestra Hermandad por razones que no caben aquí mencionar».
Nuestro Ritual de Primer Grado comienza cuando el Venerable Maestro dice: «Silencio en Logia mis HH.» La interpretación que algunos autores dan a esta frase es, que el Venerable Maestro hace un llamado a los HH:. de separarse de su anterior situación, “lo Profano”, y entrar en el ambiente de lo Masónico. Esto se manifiesta entendiendo las definiciones de Silencio que trajimos al comienzo de este trabajo, pero también podría involucrar las medidas de discreción que ya fueron descritas.
Ninguna razón justificaría que el Masón violara el secreto al que se obligó con solemne juramento, sobre la manera de reconocerse entre los Masones y el carácter de sus simbólicos trabajos, ni aún cuando lo creyere útil para su propia defensa o en defensa de la Orden.
Como siempre lo hicieron los Iniciados, los Masones deben soportar estoicamente y dejar sin contestación las acusaciones y calumnias de las cuales fueran objeto, esperando con tranquila seguridad que la verdad triunfe y se revele por sí misma, por la propia fuerza inherente en ella,
como siempre inevitablemente tiene que suceder, ¿no fue así como actuó el valiente Jacques DeMolay ante la inquisición?
El iniciado debe, pues, renunciar siempre a su propia defensa, cualesquiera que puedan ser las acusaciones y ofensas que se le hagan. Más bien debe estar dispuesto a sufrir, si es necesario, una condena inmerecida: Sócrates y Jesús, entre otros, son dos ejemplos luminosos, cuyo martirio se ha transmutado en glorificaciones. La verdad, que silenciosamente atesta con su conducta, se hará, sin embargo, de por sí, su defensa segura e infalible.
Para terminar mis QQ:. HH:. y permitir que lo antes expuesto lo haya realizado de la manera más clara posible, quisiera que los conceptos compartidos puedan quedar ejemplificados con una situación que es probable que les haya sucedido: están en medio de una amena conversación entre HH:. y de repente, al acercarse al grupo una persona que no pertenece a la Orden, a media voz se oye: “¡Cuidado!, ¡Llueve!”. Ésta es una forma muy usual de indicarnos que hay un profano cerca y que se debe dejar de hablar de la Orden.
Recordemos también pues, lo que sucedió cuando los Compañeros deseaban conocer la contraseña de Maestro para obtener una paga más importante, Hiram Abif nunca la dijo, acaso porque ¿basta con conocer la contraseña para ser Maestro?, la respuesta solo puede ser negativa, pues la palabra en sí no es nada. Lo que de verdad confiere sentido, justificación y riqueza a la Palabra es el valor del hombre al que se le transmite.
Entonces QQ:. HH:., dejo para su reflexión silenciosa el siguiente enunciado: “la masonería no es secreta sino discreta”.
Agradezco mucho por su atención con el presente trabajo.